Planificar todas las acciones y tareas asociadas al proceso de integración e implantación de las nuevas directrices para que se lleven cabo de forma controlada:
Es necesario establecer qué se va a hacer, quién y cuándo. Es aconsejable incluir en la planificación acciones de comunicación para difundir a toda la organización, los objetivos del proceso, su evolución y consecución.
Esta es una de las etapas más complejas de la integración, ya que requiere conocimiento de los requisitos de los sistemas que hay que integrar, experiencia en su incorporación a los procesos de la organización y flexibilidad para adaptarse a las particularidades propias del sector y de la organización.
Se debe considerar el mantenimiento de buenas prácticas que ya estén consolidadas en la organización y aprovechar las herramientas disponibles, si han demostrado ser eficaces.
Las acciones y tareas deben involucrar a las personas clave de los procesos y poner especial atención en sus interacciones, sin olvidar la opinión e impresiones de los trabajadores. Esta consideración, además de ofrecer puntos de vista diferentes y enriquecedores, favorecerá la posterior implantación y desarrollo del sistema, al sentirlo como propio.
A medida que se vayan definiendo los nuevos procesos y las nuevas funciones y responsabilidades, será necesario distribuir la documentación correspondiente y llevar a cabo las acciones formativas necesarias para garantizar su correcta aplicación.